Esto no es un pollo, es una pata de pollo. Que hacen las patas, patean? Que hacen los pollos? Son amigos de Gustavo Garzon? Escuchan flema entonces? Besar es salivar de cerca? La vida me ha salivado. Y yo la he escupido, pero de lejos.
Con Gustavo tuvimos un affaire, el vendía repuestos para mause en las escaleras de la universidad de escatología en San Fernando y yo era tan solo una estudiante inocente, pura, de saliva virgen y de concha dura.
Tengo personas viviendo aquí, en mi concha. Pero esa es otra historia.
Gustavo vestía de verde, usaba de collar un pejerrey capturado en Guaminí. En las fiestas se lo ponía de corbata, caía sobre el pecho, el pejerrey, y se le enredaba con los pelos, de los huevos. El pescado no era largo. Gustavo tenia los huevos muy arriba, recostados sobre la panza. Eran huevos con miedo. En la cena se subían a la mesa, era un gesto poco agradable, estábamos comiendo. Y el gato se acercaba y los lamía y estábamos comiendo. No es fácil sacar los pelos del plato cuando una lava. Los pelos del gato, y los pelos de los huevos. Pronto los pelos de los huevos echaron raíces en el gato, y el gato cambio el pelaje de pelo de gato a pelo de huevo y se convirtió en una gran bola negra de pendejos caminando, solo la cabecita sobresalía y miraba de costado y traspiraba y murió ese verano.
El pelo de concha afilado corta y mucho, mi madre practicaba con ellos esgrima y fue subcampeona, pero esa es otra historia
Al año y medio de nuestra relación con Gustavo dejamos de salir, el pescado ya había muerto porque extrañaba al gato. Se suicido en el microondas, nunca supimos como lo encendió estando adentro…
Con Gustavo dejamos de salir, pero a la calle, nos volvimos ermitaños en pleno centro, en recoleta. No fue fácil, tuve que dejar de improviso mi curso de magia, desaparecí.
Nadie lo sabe pero los pollos también emigran, son grandes bandadas que surcan el atlántico o el pacifico, en barco. Son pollos silvestres y salvajes desterrados por la dominación de los transgénicos.
Los transgénicos son grandes y son gordos, aseguran que sus moléculas y genes son la evolución, y tienen efectos irreversibles e imprevisibles sobre los ecosistemas: ganan los mercados. Son los terroristas de las góndolas en la era del consumo. Se recuestan en las heladeras como cuando los fantasmas vuelven a sus nichos, o como los vampiros a sus cuevas, y esperan…
Los hombres que no enloquecen como Gustavo los toman de esas heladeras iluminadas, y se los llevan; y se los comen; y se alimentan de su carne; y las ideas transgénicas invanden su organismo; y afectan sus células, sus neuronas, su sistema nervioso, sus ideas. Y es el triunfo de los transgénicos que dan de comer a los hombres que creen que no enloquecen.
Entonces, ésto, ésto no es un pollo.
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